Aída Nízar es
esa ex Gran Hermana jamona, mazizorra, pija, deslenguada y amiga de la polémica
gratuita que de alguna u otra forma siempre ha estado saliendo en la tele, ora
desmintiendo que fuera señora de compañía allá por la meseta, ora atacando a
quien a bien se le ponga por delante.
En base a
estos antecedentes, a alguien de SALVAME se le ocurrió que sería una estupenda
reportera. Reportera, claro, es mucho decir. Vestida de punta en blanco,
normalmente con minifalda de Armani, iba acosando a todo aquel que pasaba por
allí de forma desagradable a fin de que dijese lo que ella quería que dijese,
en pos de la verdad, la justicia y el modo de vida americano. Creyéndose Jordi
Evole pero no llegándole ni a la suela del tacón, a medio camino entre
CALLEJEROS y algo que no sé definir, la amiga Aida tenía una especie de espacio
propio donde cada semana o así trataba alguna polémica chorra que ella hacía
aún más chorra, aunque la tratase con una trascendencia digna del mejor
WASHINTONG POST.
¿Qué un cura
de pueblo se niega a comulgar a un gay? Pues allí estaba ella, micrófono en
ristre, acosando al cura en la propia iglesia, increpando a los vecinos,
bramando contra las injusticias, desfaciendo entuertos siempre y cuando sus
piernas ocupasen plano.
A este
respecto, un inciso; en una cadena local de Cataluña ya hizo algo parecido, con
los mismos nefastos resultados. Ir a donde viven marginados sociales con bolso
de marca a decirles que son unos guarros no es denuncia, ni periodismo, ni ná
de ná. Pero estamos hablando de SALVAME, y claro, allí se piensan que esas
cosas son divertidas.
La cosa es que
de un día para otro Paz Padilla leyó una especie de comunicado en pleno
programa diciendo “la cadena ha prescindido de los servicios de Aída Nizar y
suprimido su espacio en base a su indecoroso comportamiento en la embajada de
México”. Y yastá, circulen que no hay nada que ver, finito y pasamos a otro
tema. Y desde entonces el más absoluto mutismo al respecto y el más absoluto
ostracismo sobre Aída. Y como la memoria es débil, pues han pasado ya un par de
semanas y ni nos acordamos ni nos damos cuenta.
¿Qué pasó? ¿Qué
hizo, qué dejó de hacer?
Investigando
un poco sobre el tema (tampoco mucho, un par de minutos en internet), he podido
concretar un poco más. Avanzo que ni es para tanto ni me convence que su
despido sea por eso, pero luego especularemos al respecto. Como lo han
presentado como un incidente en la embajada de México, la verdad es que
personalmente me había imaginado que se había presentado en dicho lugar
llamando panchitos o come frijoles a los mexicanos, imitando el habla de Cantinflas
con la excusa de descubrir la conexión entre el narcotráfico y el gobierno
mexicano. Algo que sería muy de su estilo, he de añadir.
Pero no, el
incidente vino a ser que en dicha embajada se daba una rueda de prensa
presentando un disco de rancheras y
boleros, rueda en la que estaba el mítico presentador Jose María Iñigo. Y en
pos de la verdad, la Lois Lane del siglo
XXI increpó a tal presentador a fin de que hablase del festival de Eurovisión,
estando reciente el ridículo de la participación española en el último celebrado.
El amigo Iñigo dijo que no, que ese tema no tocaba, que él estaba para otras cosas. Y claro, esa respuesta no
da para diez minutos de programa, así que la amiga Aida, fiel a su estilo,
volvió a increpar al presentador, a interrumpir con berridos de indignación, a
torpedear la presentación del disco, a…en fin, a todo eso que siempre ha hecho
hasta que la expulsaron de la embajada. Y ante el bochorno, finito.
Lo primero que
se me ocurre es que parece ser que el
puesto de reportero en SALVAME está maldito. Primero no renovaron a ADRIANA
ABENIA de mala manera, con polémica de “tened cuidado con lo que digáis que a
ver si digo yo”. Luego a Chiqui con “está deprimida-ha hecho fraude-nos estamos
pasando-a saber por qué”. Y ahora a Aida, con este rollo patatero.
Yo, he de
decir, no me creo que el despido de Aída sea por ese incidente. Que no digo que
no haya hecho mal, claro. Pero es que desde el minuto cero ése ha sido su
estilo; el de increpar, interrumpir y acosar a quien fuese con tal de conseguir
las declaraciones que quería. Que se haga en la embajada de México en vez de en
Villabotijos de Abajo suscita una diferencia de grado, es verdad, pero no deja
de ser una jaimitada más. Ya sabía tele5 lo que contrataba y lo ha estado
disfrutando no sé cuantos meses, no sé a qué viene rasgarse las vestiduras
ahora. Es más; si ese fuera el motivo, casi sería indignante, pues vale más que
molesten a Jose María Iñigo que a quince cuidadanos de a pie, a los que ha
molestado mil veces más y no ha pasado nada.
La pregunta
que queda está clara; si ese no es verdadero motivo…¿cuál es?
Pues aquí he
de reconocer que no tengo ni la más pajotera idea. Pero podemos especular
alegremente al respecto, verdad?
Explicaciones
especulativas pueden haber casi infinitas. Que con esto de la crisis hay que
recortar y para lo que cobra Aída bien podemos contratar a un becario, que
además lo hará mejor. Que la gente se ha cansado de ella y ese tramo del
programa deviene desagradable (a mí me pasaba, me sentía incómodo al ver cómo
iba, por ejemplo, persiguiendo a los gays en los descampados en un vital
reportaje sobre el sexo en sitios públicos). Que no ha pasado por algún aro,
aunque ignoro si laboral, personal, sexual, reverencial o de cualquier índole. Que no tiene ningún sentido hacer investigaciones
cutres si podemos refritar las de Ana Rosa, que están mejor hechas.
No sé. Quizás
lo que más me convenza es que el Dr. Telecinconstein ha de demostrar cada
cierto tiempo que lo que puede crear, lo puede destruir. Que nadie se lo crea
demasiado ni se suba a la parra. Como aviso a navegantes, llamense Aídas Nízar,
Belén Esteban, Rosa Benito, Olvido Hormigos o quien sea. Ojo que como me enfade
os despido y luego os ignoramos, a ver cómo os la apañáis. Igual a Aída Nízar
se fue un poco de la lengua, como es ella, diciendo que su parte era la más
vista del programa y que valía mucho. Y telecinconstein, tan sólo por joder,
dijo “a ver, dame una excusa y te vas a enterar”. Es como en las empresas, que
se despide a alguien para que los demás trabajen más y se quejen menos.
Sea por lo que
sea, imagino que no tardaremos en volver a saber de ella. Es demasiado golosa,
demasiado jamona, demasiado bocazas, demasiado polémica, demasiado mediática
para dejarla escapar al cien por cien. Pasado un tiempo pedirá perdón, como ha
hecho otras veces, y volverá por los platós hablando en tercera persona de sí
misma y lanzando estopa varia. Telecinconstein la perdonará por su propio
interés, pero con la advertencia de que tenga cuidado con su soberbia y ya
sabe, si quiere trabajar, cabeza baja y a callar.
Bueno, pues el
próximo post sí que será sobre el DNI de la infanta y con la excusa de ello el
cómo la familia real se ha metido en estos mundos sin comerlo ni beberlo. Hasta
entonces, tengan cuidado ahí fuera.