Quién le iba a decir a la amiga Mariló
Montero, tan fina ella, tan elegante, tan discreta, que iba a salir dos veces
casi seguidas en este blog y ninguna de ellas para bien. Pero sí, compartiendo
cartel con la Berraca y demás fauna, una vez más hablaremos de la amiga Mariló
Montero, cosas que tiene la vida.
Como buen aficionado al cine de terror de
serie B, de pequeño ví un par de películas cutres cuya premisa más o menos se
puede resumir así; un señor tiene un accidente y pierde su mano. En otra parte,
un asesino muere. Por h o b, la cosa es que utilizan la mano de ese asesino
para trasplantarla al tipo del accidente. El
tipo del accidente, que era un buen tipo, empieza a cometer asesinatos,
a veces sin saberlo, a veces forzado por una fuerza superior.
Con alguna variante, esta es más o menos la
premisa de películas como THE HAND, dirigida por un primerizo Oliver Stone, o
THE MONSTERS OF FIVE FINGERS, cutrería de serie B.
Cualquier ser normal que hubiera visto tales
películas las hubiera olvidado a los diez minutos de su visionado y poco más.
Como mucho, las recordaría con añoranza de los tiempos de las sesiones dobles y
tal. Desde luego, no las utilizaría como base científica para nada.
Sin embargo, me juego mi colección de tebeos
de Batman que tales películas tuvieron una espectadora joven que fue con su
novio al cine a meterse mano. Pero el señor bigotudo de la linterna que antaño
había allí les pilló y les echó una bronca del carajo. Traumatizada por eso, se
puso a ver le película y en pleno shock le quedó grabada tal premisa.
Le quedó tan grabada que la semana pasada, en
un ratito que tiene la amiga Mariló para hacer una especie de editorial, no se
cortó en decir que el asesino de EL SOMOZAL (aquel que mató a una niña de 13
años con la que había tenido una relación y un vecino del pueblo), era donante
de órganos y eso le horrorizaba. Muy seriamente, se preguntaba que cómo era
posible. Que ella no quería que le trasplantasen los órganos de un asesino ni
en pintura. Que qué pasaría, dios mío. Que dicen que no pasa nada, pero por si
acaso. Que era como trasplantar el alma de un asesino. Que se han dado casos de
gente que tiene recuerdos de la persona donante.
Vamos; que sólo le faltó decir que la persona
que recibiese el riñón del tipo al poco cogería un trabuco y se pondría a
disparar en mitad de la plaza del pueblo. O en una hamburguesería, si era de
ciudad. Que sí, que te lo digo yo, que lo he visto en una película que trata de
eso.
Puto acomodador, la verdad, ya podía haber
dejado meterse mano a Mariló y su novio y nos hubiera ahorrado este disgusto.
La cosa no tardó en generar reacciones mil.
Unas con cachondeo fino, como aquel tuit que va circulando diciendo que “Mariló
rechaza un órgano de Annie Igartiburu por estar oxidado”, en referencia a la
pelea que comentamos aquí. Otros, más serios, se lamentan que con lo que cuesta
que la gente tome conciencia del bien social que hace al ser donante de órganos
y que con las vidas (y calidad de vida) que se pueden salvar, vaya una
analfabeta a desmontarles su buen nombre.
Por si alguien tiene dudas, los científicos
aseguran que las células no tienen memoria, pero es que además la misma Santa
Madre Iglesia dice que el alma no está en ningún órgano humano, como mucho en
el cerebro, y el trasplantar órganos no es pecado salvo que sea el órgano
reproductor y se haya utilizado para tocarse impuramente.
Porque yo he apostado por la teoría de que
esa serie de pelis de terror le impactaron, pero también hay otras. Que la
amiga Mariló fue criada en verdad en una tribu del África profunda, donde el
gran maestro Chamán le enseñó que los espíritus vuelan del cuerpo y dan
vueltas por las montañas en plan
botellón. Por eso al principio no quería trabajar en la tele, ya que como todo
el mundo sabe la fotografía lo que hace es atrapar el alma, pero le pudo el ego
y los milloncejos que cobra y ahí fue un poco más flexible.
En fin; que es una irresponsabilidad que una
sujeta que se supone tiene estudios de periodismo y además le dan 4 horas al
día de programa diga eso. Que es una vergüenza que se fomente la superstición
desde la televisión pública. Que algo tan serio y tan grato como ser donante de
órganos no se puede tratar desde la óptica del Indio Joe y sus setas mágicas.
Que el mismo director de la peli esa de terror, el amigo Oliver Stone, luego se
dedicó a hacer cine de verdad e incluso hizo un cameo en Torrente.
Por acabar de contarlo todo, en vez de darle
la patada o cuanto menos expedientarla, dicen que la amiga Mariló sólo daba su
opinión y que en todo caso ha pedido disculpas.
Lo primero, que sólo daba su opinión, está
claro, pero creo que antes debió de haber llamado a su compi del programa médico
para que le explicase alguna cosilla de cultura general. Que además de decirle
a los yayos que el zumo de naranja va genial contra el estreñimiento también
debería de hablar de otras cosas, leñes. Lo segundo, que haya pedido disculpas,
ni por el forro. Como parece ser que el
asesino no ha sido válido finalmente como donante (no ha trascendido por qué, pero normalmente tiene que ver con
el estado de los órganos, no por otras causas), ha dicho que está mucho más tranquila.
Con dos cojones.
Yo mismo soy donante de órganos. Me hice el
carnet en la mili, cuando en plena instrucción vino un tipo paralítico a darnos
una charla sobre ello. Puede que mi hígado esté un poco cascado de tanta voll
damn, pero si se puede aprovechar algo y salvar a alguien o ayudar a alguien me
sentiría muy satisfecho desde el más
allá. Quién sabe; igual algún día yo lo puedo necesitar y, desde luego,
si lo necesito ya puede ser el órgano de un asesino o del Papa de Roma, que a
caballo regalado no se le mira el diente y en las trincheras no hay ateos.
Leo que a partir de esta semana le han
quitado a la amiga Mariló esos minutillos de editorial que tenía, al estilo de
Iñaki Gabilondo pero en cutre. No se, pero que me da que eso no va a ser
obstáculo; Mariló está que se sale y partiendo de la nada va alcanzando poco a
poco las más altas cotas de la miseria. Seguro que en breve la volvemos a
mencionar por aquí con alguna otra ida de olla que últimamente se gasta y que
tan buenos ratos nos hace pasar. Estaremos aquí para verlos. Salud y suerte.